Todos
deseamos amar, pero generalmente no queremos experimentar el lado sombrío
del amor. Lo que significa que no comprendemos lo que realmente significa
amar. En los comienzos de una relación hay una cima, una excitación
que suele decaer abruptamente cuando comienza la vida en común.
La mayoría de nosotros acarreamos profundas heridas de vergüenza,
inseguridad y miedo. Vivimos en la desconfianza y al mismo tiempo tenemos
una gran necesidad de amar y de ser amados. Volcamos estas heridas en
nuestras relaciones, la mayor parte de las veces de forma inconsciente,
y entonces actuamos desarrollando estrategias, demandando, evitando, creando
conflictos, estando en desacuerdo e incluso traicionando o sintiéndonos
traicionados.
Es como si camináramos por un campo lleno de minas, y nuestras
heridas son como agujeros en los que podemos caer. Si transitamos este
camino estando completamente ciegos, cuando nos encontramos con estas
dificultades éstas generalmente destruyen nuestro amor. Por ejemplo,
más tarde o más temprano, caeremos en la herida de la traición.
Algo puede suceder en nuestra relación que nos hace sentir que
ya no podemos volver a confiar en la persona con la que estamos. Ella
ha hecho algo que de repente nos hace dar cuenta que no es tan "confiable"
como creíamos.
O tal vez, esa persona comienza a ser diferente a lo que habíamos
imaginado, comenzamos a ver que no es tan fiable u honesta, le falta integridad,
o no está con su mejor energía, o está cerrada, no
disponible, o está demasiado aferrada o claramente demandante.
Entonces nos sentimos traicionados.
No podemos cambiar el hecho de que en algún momento nos sentiremos
traicionados. Pero lo que sí podemos cambiar es nuestra actitud
ante el sentimiento de traición. Podemos darnos cuenta de que esas
experiencias, aunque dolorosas, son oportunidades increíbles de
crecimiento y aprendizaje de lo que realmente significa amar.
El problema es que solemos entrar en una relación llenos de expectativas,
nos demos cuenta de ello o no. Una vez alguien nos preguntó a Amana
y a mí en un taller si no era natural tener expectativas sobre
la otra persona en cierta medida. Le respondimos que cada uno puede esperar
del otro todo lo que quiera, pero que la única expectativa que
se mantiene a flote es la de que la otra persona sea quien realmente es
en su totalidad.. Cuando entramos en una relación, la mayoría
de las veces, no vemos a la otra persona tal cual es.
Lo que hemos visto y probablemente seguimos viendo en el otro es lo que
queremos ver, es decir, algo que encaje en nuestras fantasías y
deseos. Luego entramos en desacuerdo y nos sentimos traicionados. Entonces
caen duramente nuestras fantasías e ilusiones y se produce una
pequeña muerte.
Uno de los agujeros más profundos en las relaciones sobreviene
alrededor de la sexualidad. Al principio solemos tener una sexualidad
apasionante y viva, pero cuando comenzamos a aproximarnos nos volvemos
más vulnerables, y es entonces cuando las heridas enterradas profundamente
comienzan a salir a la superficie y esto suele afectar nuestra sexualidad.
Muy a menudo, perdemos la libertad inicial y desesperadamente tratamos
de todas las maneras de volver atrás.
Pero la profundidad dentro de una relación hace que la vergüenza,
los miedos y las disfunciones salgan a la superficie. Si no llegamos a
comprender esto, y no creamos un espacio para compartirlo e incluirlo
dentro del marco del amor, uno o ambos integrantes de la pareja se hundirán
en sus propios sentimientos de vergüenza y traición.
También encontramos problemas cuando una persona quiere más
atención, proximidad, comunicación y conexión mientras
que la otra ansía mayor libertad. De lo que no solemos darnos cuenta
es que estos deseos-necesidades en realidad están reflejando heridas
de abandono de nuestra infancia. Cuando nos acercamos realmente a otra
persona, estas heridas se disparan y entonces comenzamos a actuar con
rabia, creando conflictos e hiriéndonos mutuamente.
Con más comprensión, sensibilidad, respeto y conciencia,
podremos aprender a dar al otro lo que él o ella necesita, mientras
también estamos siendo sensibles a nuestras propias necesidades.
Una relación profunda y comprometida nos provee del mejor espejo
para vernos a nosotros mismos y nuestras heridas, nuestras disfunciones
y actitudes negativas. Y también nos da la mejor oportunidad posible
para cambiar, para crecer y para aprender qué es realmente el amor.
Krishnananda (Thomas Trobe M.D.)
& Amana (Gitte Demant Trobe)
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